-¡Hunde el acelerador! -dije con los nervios de punta.
-¿No me dices que te duele la cabeza? -dijo Katya.
– ¿Este tiesto no va más rápido? ¿Por qué diablos robaste esta cosa?
– Es bonito. Si iba a robar algo, mejor que me gustara.
Resoplé por la nariz. Ella lo robó, porque yo le pagué para ello mientras preparaba la entrega.
– Si no llego a tiempo, esos tipos me van a matar -dije molesto.
– ¿Quién te manda a meterte con esa gente?
– He debido usar el mío.
– Pues no no has debido apostarlo anoche.
– Si hubiera ganado, haríamos la entrega y seguiríamos hacia un flamante yate.
– Si hubieras ganado, no habrías pedido un trago en la barra para pasar la pena y no me habrías conocido.
– Si no te hubiera conocido, no me habría emborrachado.
– A lo mejor sí, pero nadie te habría despertado. Y ahí sí te matarían.
– Me va a matar es el dolor de cabeza.
– Por haberte emborrachado -dijo Katya.
– Mejor hunde el acelerador, ¿sí?
[Andrés Kozlowicz]