Los casos que me tocan, pensé y solté un largo suspiro.
-¡Ay, no! ¡Ay, no! -chilló el hombre, una vez más, en la camilla-. ¡Ayúdeme, doctor!
-Tranquilo -le dije con voz de seda-. Ya está mejor.
El hombre movía la cabeza como veleta. Sus ojos parecían dos huevos fritos.
-Cuénteme, ¿qué es lo último que recuerda? -dije.
-Eh… eh… un árbol… muy cerca… muy cerca.
-Bien, ya comienza a recuperar la memoria. De paso, eso explica el golpe en su cara.
-Pero… pero… ¿qué pasó?
-Ya lo recordará y se lo contará a los policías que lo esperan apenas esté mejor.
-¡Aaaaahhhhhh! -gritó y se tanteó los bolsillos-. No, no, la policía no.
-Demasiado tarde, ya tienen la evidencia… aunque no muy limpia. Dos consejos para el futuro. Primero, si no quiere policía, no venda drogas. Segundo, si lo van a capturar, no se las coma.
[Bernardo Andrade]